martes, 26 de mayo de 2009

El ataque de los presidentes asesinos


Lo impresionante del video de Rodrigo Rosenberg no es sólo que lo haya dejado como respuesta a su inminente asesinato, sino que, en la primera frase que pronuncia el abogado, acuse abiertamente al presidente de su país de haberlo silenciado.

El suyo es un gesto realmente memorable. Un tipo entero, que se entrega a la muerte con estoicismo, como un antiguo samurai. Me gusta que aparezca ante la cámara con su corbata y su calva, como cualquier hijo de vecino, y que hable sin mayores maniobras retóricas ni teatrales. Tiene algo que decir, lo dice (machaconamente, para que todo quede bien clarito), y chao. No es un político, ni tampoco un héroe.

Su caso me hace pensar en tantos otros, que se viven todo el tiempo en latinoamérica. Jaime Garzón, humorista político colombiano, decía en tono de broma que desde que lo habían empezado a amenazar de muerte andaba con ropa interior limpia, para no ser un cadáver mal presentado. Y seguía tan parlanchín como siempre, interpretando bellas arias que no dejaban títere con cabeza: que si un candidato político o el otro, que si el narco más nombrado del momento, que si el presidente tal o el ministro cual.


Amenazar a alguien así es como matarlo por anticipado; sólo que el finado vive tiempo extra, gracias a la generosidad de sus verdugos. Que cualquiera en esas circunstancias elija el silencio o el exilio, es más que comprensible. Rosenberg bien podría estar hablando de Colombia: un país en manos de los narcos, que roban, mienten y matan con total impunidad. Y todos tan tranquilos.

Kaliman, ¿dónde estás?


-Domingo

martes, 19 de mayo de 2009

Mario Benedetti y Claudia Gurisatti

Mario Benedetti escribió bastantes buenos poemas. Bonitos, sencillos, cercanos. Eso no puede estar sino bien. Lo que jode un poco, incluso ahora que ha muerto y no está bien visto hablar mal de él, es el estátus de paradigma supuestamente contracultural que su literatura fue adquiriendo con el tiempo. No dudo de la autenticidad de sus intenciones revolucionarias, en la época en que toda la intelectualidad latinoamericana era de izquierdas, soñaba con un mundo mejor y luchaba por eso. Pero sus versos son ahora lectura de cabecera para comunistas epidérmicos, ideólogos de cafetín, románticos de pacotilla y adolescentes despistados. Más que de una intelectualidad rebelde y progresista, Benedetti muere siendo el portavoz de la bienpensante burguesía latinoamericana, que lava sus culpas de clase leyendo inspiradoras consignas sobre valores por los que no ha perdido ni una parcela de plácida indolencia.

Un momento revelador fue cuando, de seguro a instancias de sus asesores políticos y de imagen, Carlos Castaño, entonces jefe de las Autodefensas Unidas de Colombia y uno de los más sanguinarios asesinos que se han visto en ese país, recitó “No te salves” en el programa de Claudia Guirisatti. Ella, una especie de símbolo sexual con cuyas insulsas fotos eróticas todos los yuppies del momento se la cascaban, escuchaba al comandante militar entre perpleja y emocionada... Castaño quería darle cierta legitimidad a su causa belicista. Y tan mal no lo hizo, teniendo en cuenta que el creador de las autodefensas hace siete años que es presidente de Colombia, y va para otro período que se las pela.

-Domingo